sábado, 12 de mayo de 2012

El hombre perro cuatro



"La mayoría de los humanos suelen sentirse solos, y preocupados por lo que realmente pasa en su alrededor. Se enferman por creer que estan maldecidos cuando su maldición es estar vivos, es saber que estan malditos por estar vivos, pero entonces ¿Qué sucede cuando has dejado atrás la capacidad de morir?. Ahora eres una ser humano hundido en la porquería de este mundo, ya no hay a donde escapar, ahora se te ha robado el privilegio de morir." Leía de manera de autoconsuelo la frase escrita en uno de los libros de su búsqueda por encontrar una cura.

Buscando por todas partes libros de ciencia, libros de mitología, cualquier cosas que hablara sobnre manchas en la cara y solo tuvo confianza en un pedazo de reseña que estaba escrita al principio de un libro que hablaba sobre inmortalidad, pero aún no sabía que era lo que sucedía realmente.

Habían ya pasado dos meses depués de haber regresado a su hogar, sentía impotencia y ya había inventado muchas maneras de cubrir la mancha en su frente, algunas más lógicas que otras, tratando de esconder la verdad que lo hacía diferente, intentando regresar a ser humano, intentando borrar su naturaleza, sabía de memoria cada escusa posible para evitar preguntas  de la ausencia tan prolongada que sufrió. Ahora sentía que por fin había borrado el pasado de aquella noche de su nacimiento, el día en que volvío a desenterrar su verdadero origen, su instinto como parte del mundo en el que vive.

El día llegó entonces, eran apróximadamente las cinco de la tarde, salía de paseo nocturno cuando se encontró con su salvador improvisado, lo miró a los ojos prolongadamente con desconfianza. Sin embargo aquel hombre de avanzada edad lo miraba con una sonrisa sútil y amable, el hombre devolvía la mirada como si estuviese viéndo alguna obra de Da Vinci, o estuviera admirando una obra maestra de Mozart.

¿Quién eres?

La única respuesta que recibió fué una mirada al cielo, como si la respuesta estuviece justo arriba de él. Volvió a sonreir y lo volvió a mirar a los ojos ladeando la cabeza.

Miró al cielo y lágrimas empezaron a salir de sus ojos, empezó a sentir una tristeza, una tristeza que lo hizo arrodillarse, lo hizo ver el cielo nublado, con algo que parecía ser un atardecer temprano, jamás había visto un atardecer como aquel. No lo entendía, de dónde salían cada uno de esos pensamientos, que lo insitaba a hacerlo, se llevó rápido la mano a los ojos intentando ocultar sus lágrimas pero era imposible su llanto era cada vez más fuerte, por fin volvió a ver al cielo y al descubrirse una de las nubes logró encontrar lo más hermoso que había visto, ella siempre estuvo ahí para él, ella siempre estuvo con él, pero ahora era su cómplice, ahora él y ella se habian unido.

Por primera vez sentía una atracción muy fuerte por la luna.