miércoles, 17 de agosto de 2016

El hombre perro seis.


Regla número uno:
"Pararse sobre la tierra con la cabeza aproximándose al cielo"

Me gustaría sentir y abrazar tal y cómo lo hacen los demás, no sé si alguien esté leyendo ahora mismo esto que escribo; espero que lo hagan, porque ya no puedo más.

Me gustaría que esto fuera igual que un testamento. Dejar toda mi sabiduría y contar la historia cómo fue.

Me gustaría vivir cómo los demás.

Me gustaría y envidio la vida de los demás.

Me gustaría no sentirme muerto.

Me gustaría recordar a mi familia, aunque no lo crean, el cerebro de una persona no puede recordar más allá de 100 años. He vivido tantas cosas.

Me gustaría poder describir mejor que nadie el amor.

Me gustaría ser más débil.

Me gustaría parecer más fuerte.

Me gustaría que alguien diga mi nombre sin miedo.

Me gustaría ser un Ángel, sin embargo detesto con todas mis fuerzas llamarme Ábel.


Regla número dos:
"Después del tercer hijo comienza la limpieza"

Hola mi nombre es Ángel.

Llevo encerrado aquí en esta celda apenas 24 horas.

Por fin he encontrado lo que me hace perfecto y me ha acercado con Dios.

Permaneceré aquí algún tiempo en lo que las personas encuentran la manera de quitarme esta maldición.

La cruz en mi frente la llaman la marca de Cain.

Hay una lista que escribieron los guardias en la pared, creo que se trata de un experimento.

Los guardias aquí se hacen llamar alcaloides.

Me han dado papel y lápiz y lo único que se me ocurre es escribir esto.

La lista de deseos está escrito con pintura roja.

Traen a indigentes para alimentarme.

Hace más de dos años que no me he transformado y he aprendido a dominar el hambre.

Si no me como a los indigentes los matan ante mis ojos.

Me insisten en que los asesine.

La razón de que yo esté aquí es gracias a ese maldito viejo.

Odio a todos esos malditos guardias débiles.

Detesto esta maldita vida.