viernes, 12 de febrero de 2010

La mancha roja. (continuación de continuación de sin nombre "hombre perro")

Eran aproximadamente las cuatro de la madrugada, sintiendo su estómago vacío y una extraña sensación de tristeza en su interior, tan solo el frío de la mañana próxima no podía ser pretexto para su callada y tímida manera de temblar.

Una montaña casi invisible hacía su camino pareciera no tener fin, un camino oscuro en donde el miedo era reflejado por su mirada y no por sus acciones.

Un olor parecido a las plantas silvestres lo detuvo. Se encontraba rodeado de un laberinto sin paredes, que le disminuían la cantidad de esperanza de hallar salida con cada giro que daba su cabeza, en cada lagrima que derramaba al no saber si aquello era una pesadilla; realmente deseaba abandonar aquella soledad que el instinto le había obsequiado.

Conforme avanzaba la luz en aquellas pupilas distantes a la realidad, empezó a ver con claridad un poco de esperanza. Tal vez la luz en sus ojos y el verse cubierto de gloria al encontrar una salida, lo hicieron gritar de desesperación y de alegría. Su primer pensamiento era el descubrir como es que se había metido al bosque en un principio. Después solo regresar a casa. Regresar a casa, solo ver de nuevo a su familia, reencontrarse con "lo que sucedió".

La carretera que significaba su salvación parcial, lo hacían amar un poco ese pedazo de civilización, aquella pequeña esperanza de encontrar sus objetivos. Pero tan solo seguía perdido, rodeado por personas temerosas de un simple ser humano cubierto de sangre, cubierto de aquella mancha que no lo dejaba avanzar en su búsqueda. Un automóvil a lo lejos parecía su esperanza, al menos eso pensó. La mirade de él era decidida y firme, fija en el auto que podría funcionar como un acercamiento a sus objetivos. El automovil comenzó a disminuir su velocidad 50 metros antes de acercarse a el. Al verlo, el automovil comenzó a acelerar pasando al lado de un charco de agua y limpiando un poco aquella masacre silenciosa de la cual solo podía recordar qeu estaba dormido. Las ideas no tardaron en aparecer.

Los callos en los pies y las manos desgarradas por la busqueda deseperada de comida comenzarón a llenarse de agua, por ese instante limpia. Ahora tan solo alguna buena mentira a las personas que lo encuentren en ese estado y se había terminado la desconfianza. La primera mentira fue al decidir mentir, tan solo era cuestion de tiempo antes de qeu un auto se detuviera sin preguntarle, sin tomar en cuenta su estado, solo se detuvo.

En aquel camino silencioso, parecía no tener sentido; aquella ayuda. se dedicó a mirar al frente y a esperar algún lugar seguro en el qeu fuese capaz de valerse por si mismo. Pero el siempre lo hacía, parecía burla la dependencia que tenía de algo tan temporalmente simple. Pensando, solo acertando vagamente en lo que no entendía. Sintió que enloquecía, con cada pregunta sin solución que le llegaba a la mente.

-¿Se puede encontrar una sensibilidad a la experiencia?- se preguntó a si mismo, como el quien se niega a razonar, tal vez como quiere hacerlo; un alterego.

1 comentario:

- dijo...
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